Batangafo es una localidad que se encuentra en el norte de la República Centroafricana (RCA), casi en la frontera con Chad. Hay dos motivos por los cuales estamos aquí. En primer lugar, no hay un solo hospital o centro médico en la zona que pueda ofrecer un servicio mínimo a las comunidades de la región y, en segundo lugar, pegado al pueblo se encuentra, desde 2014, un campo de 25.000 desplazados internos y refugiados (procedentes sobretodo de Chad) cuyas condiciones de vida son aún peores que las de la propia población de Batangafo.
Aquí estamos varias organizaciones, pero la nuestra es la única, en este momento, que cuenta con “blancos” entre sus empleados. De ahí que cada vez que recorremos los pocos metros que separan nuestra casa del hospital y las oficinas, llamemos la atención de los numerosos niños que nos encontramos durante el paseo, e intercambien con nosotros, con un inagotable entusiasmo, lo poquito que han aprendido del francés ("comment tu t'appelles", "Bonjour",...).
Nunca había estado en RCA, y debo admitir que me imponía ya considerablemente desde el día que hicimos el curso introductorio previo a nuestra primera misión, pues las historias más desoladoras e inhumanas que nos contaban, se desarrollaban en este país. Corrupción, robos, violaciones, criminalidad, son vocablos que aparecen siempre que se habla de RCA, así que cuando uno llega aquí, no puede más que observar el entorno con cierta distancia y respeto. Lo positivo es que este respeto te permite estar alerta y correr menos riesgos, lo negativo es que difícilmente se desarrollará una relación de amistad con los nacionales, por lo que se pierde el encanto que tiene el descubrimiento de un país y su cultura, a través de su gente. Por supuesto, siempre hay excepciones, y confío en que el tiempo y el sentido común me permitirán identificar aquellas personas con las que desarrollar una confianza cercana.
Más allá de lo personal, y como buena amante del continente africano, no puedo más que admirar el entorno en el que me encuentro, con mangos y otro tipo de preciosos árboles por todos lados, un enorme río, casitas de paja, mujeres cubiertas de paños africanos, el cantar de pájaros extraños por las mañanas, la paz de la noche, el olor de la tierra mojada tras las tormentas de lluvia… pero al mismo tiempo, esta armonía natural, choca con la actitud de su gente. En un entorno tan hostil, con periodos de sequía seguidas de otras de lluvias intensas, sería de esperar que la población cooperara entre ella para vencer dichas hostilidades y sacar juntos algún beneficio común. Sin embargo, la realidad muestra todo lo contrario.
No llevo aquí el tiempo suficiente como para hacer un análisis consistente de la situación política del país, pero de lo poco que he oído y leído, extraigo que aquí no existe un conflicto dictatorial con
una población sometida. Son más bien todos contra todos. Musulmanes (minoría) contra cristianos (mayoría) y cristianos contra musulmanes. Ganaderos contra agricultores y agricultores contra ganaderos, ganaderos contra ganaderos y agricultores contra agricultores, tribus contra tribus…. Pero el trasfondo real, no es ni religioso ni político sino, como era de esperar, económico. Aquí, el más mínimo incidente, como empujar por error a una mujer en el mercado, puede desembocar en una matanza. Como si, en realidad, nadie fuera "amigo" de nadie y todos estuvieran esperando la mínima excusa para expulsar su rabia, abandono y frustración a través del único recurso que han aprendido y tienen en sus manos, el de la violencia.
Esto, por supuesto, no viene de la nada. La historia de la RCA es de las más desesperanzadoras que se conozcan. Rica en recursos naturales como diamantes, oro, petróleo, uranio… han visto como éstos han pasado de unos poderes a otros (internos y extranjeros) sin haber visto el más mínimo beneficio en su persona. Ninguna o escasa inversión en infraestructuras, educación o sanidad, explica la desesperanza y el recurso a la violencia como único medio para sobrevivir, y la absoluta desconfianza a todo agente externo.
Aquí estamos varias organizaciones, pero la nuestra es la única, en este momento, que cuenta con “blancos” entre sus empleados. De ahí que cada vez que recorremos los pocos metros que separan nuestra casa del hospital y las oficinas, llamemos la atención de los numerosos niños que nos encontramos durante el paseo, e intercambien con nosotros, con un inagotable entusiasmo, lo poquito que han aprendido del francés ("comment tu t'appelles", "Bonjour",...).
Nunca había estado en RCA, y debo admitir que me imponía ya considerablemente desde el día que hicimos el curso introductorio previo a nuestra primera misión, pues las historias más desoladoras e inhumanas que nos contaban, se desarrollaban en este país. Corrupción, robos, violaciones, criminalidad, son vocablos que aparecen siempre que se habla de RCA, así que cuando uno llega aquí, no puede más que observar el entorno con cierta distancia y respeto. Lo positivo es que este respeto te permite estar alerta y correr menos riesgos, lo negativo es que difícilmente se desarrollará una relación de amistad con los nacionales, por lo que se pierde el encanto que tiene el descubrimiento de un país y su cultura, a través de su gente. Por supuesto, siempre hay excepciones, y confío en que el tiempo y el sentido común me permitirán identificar aquellas personas con las que desarrollar una confianza cercana.
Más allá de lo personal, y como buena amante del continente africano, no puedo más que admirar el entorno en el que me encuentro, con mangos y otro tipo de preciosos árboles por todos lados, un enorme río, casitas de paja, mujeres cubiertas de paños africanos, el cantar de pájaros extraños por las mañanas, la paz de la noche, el olor de la tierra mojada tras las tormentas de lluvia… pero al mismo tiempo, esta armonía natural, choca con la actitud de su gente. En un entorno tan hostil, con periodos de sequía seguidas de otras de lluvias intensas, sería de esperar que la población cooperara entre ella para vencer dichas hostilidades y sacar juntos algún beneficio común. Sin embargo, la realidad muestra todo lo contrario.
No llevo aquí el tiempo suficiente como para hacer un análisis consistente de la situación política del país, pero de lo poco que he oído y leído, extraigo que aquí no existe un conflicto dictatorial con
una población sometida. Son más bien todos contra todos. Musulmanes (minoría) contra cristianos (mayoría) y cristianos contra musulmanes. Ganaderos contra agricultores y agricultores contra ganaderos, ganaderos contra ganaderos y agricultores contra agricultores, tribus contra tribus…. Pero el trasfondo real, no es ni religioso ni político sino, como era de esperar, económico. Aquí, el más mínimo incidente, como empujar por error a una mujer en el mercado, puede desembocar en una matanza. Como si, en realidad, nadie fuera "amigo" de nadie y todos estuvieran esperando la mínima excusa para expulsar su rabia, abandono y frustración a través del único recurso que han aprendido y tienen en sus manos, el de la violencia.
Esto, por supuesto, no viene de la nada. La historia de la RCA es de las más desesperanzadoras que se conozcan. Rica en recursos naturales como diamantes, oro, petróleo, uranio… han visto como éstos han pasado de unos poderes a otros (internos y extranjeros) sin haber visto el más mínimo beneficio en su persona. Ninguna o escasa inversión en infraestructuras, educación o sanidad, explica la desesperanza y el recurso a la violencia como único medio para sobrevivir, y la absoluta desconfianza a todo agente externo.
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