domingo, 7 de diciembre de 2008

Crisis e inmigracion


La foto de estos dos jóvenes rumanos, a los cuales conocí de manera espontanea en un fantástico bar de la zona Huertas de Madrid, la tomé hace unos días después de haber estado conversando con ellos durante buena parte de la noche.

Vienen de Maramures, al norte de Rumanía, y como la gran mayoría de los inmigrantes, llegaron atraídos por la posibilidad de encontrar un trabajo que les ofreciera una vida medianamente digna.

Ambos trabajan en el sector de la construcción, un sector que ha estado en progresivo auge durante muchos años hasta que comenzó a asomar la crisis, y que ahora ha puesto a muchos trabajadores (sobre todo inmigrantes) en la calle.

Atraída por la curiosidad de saber en qué medida está afectando esta crisis a la inmigración, les interrogo sobre ello.

Escuchándoles comprendo que se trata solamente de una de las miles versiones que se pueden obtener de los inmigrantes según sea su situación familiar, social y cultural. En este caso son dos jóvenes. Dos jóvenes que están en edad de salir, conocer chicas, saciar caprichos materiales y sin compromiso familiar alguno, y que por tanto, todo lo que ganan, lo ganan para ellos, para disfrutar de la experiencia de vivir aquí a la vez que ahorran para labrarse un futuro mejor del que pudieron permitirse sus padres bajo una dictadura como la de Caucescu. Pero de cualquier modo, y como a todos los demás, la crisis les esta afectando y temen que tal y como ocurre con muchos de sus compatriotas, en algún momento tengan que plantearse volver a su país, donde un gobierno corrupto les promete unas ayudas para el retornado en la que ellos obviamente no creen al saberse que se trata simplemente de una estrategia más con el fin de conseguir votos para las próximas elecciones.

Su español es prácticamente perfecto. Esto ya me llamó la atención durante un viaje a Rumanía en 2002 donde pude descubrir que, gracias a la transmisión de las telenovelas a la que no solo las mujeres parecen estar enganchadas y también gracias a las empresas españolas que comenzaron a instalar fabricas allí atraídas principalmente por la mano de obra barata, muchos rumanos, ayudados ademas por la raíz común del latín, hablan nuestro idioma casi sin acento. Esto y la posibilidad que existía sobre todo hace unos años de trabajar en España sin necesidad de contar con los papeles en regla, hizo que muchos de ellos optaran por nuestro país como el principal destino para emigrar en lugar de hacerlo hacia Alemania o Italia, donde las leyes se hacían cumplir de manera más rigurosa.

De cualquier modo, cuando estos jóvenes vuelvan a Rumanía, lo harán con la experiencia y el enriquecimiento que da el haber salido de su país, después de respirar un aire diferente al del comunismo. Un aire que, aunque la dictadura ya no exista, aun parecen respirar a través de la mirada de su generación antecesora.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Acercamiento a la situación de los Palestinos

La semana pasada, la Casa Árabe de Madrid, organizó unas jornadas sobre Palestina bajo el titulo: "Palestina 181: 60 años después". De todos los eventos que tuvieron lugar durante la semana, asistí el primer día a una charla en la cual Nur Masalha (profesor de la Universidad de Surrey y director de la revista Holy Land Studies: A Multidisciplinary journal) nos ofrecía una visión documentada de la historia de Palestina y de sus refugiados.

No quiero hacer aburrida esta entrada transcribiendo tal cual su exposición, aunque si me gustaría destacar algunas claves que me quedaron grabadas aun pasadas varias horas y varios días.

Asi por ejemplo, me llamó la atención la importancia que tienen los medios de comunicación a la hora de transmitir una imagen que los oyentes asimilaremos, o no, como ciertos. Resalto algunos puntos que me parecieron significativos en realición a esto: Cuando Palestina ataca Israel, se trata de eso, de un "ataque". No ocurre igual cuando Israel ataca Palestina, pues de lo que se trata es de "responder a una ofensiva". Igualmente, cuando Palestina captura a algún soldado israelí, se habla de un "secuestro", pero cuando sucede al contrario, es decir, cuando Israel captura a un palestino, hablamos de un "detenido". Son éstas anotaciones que parecen carecer de importancia cuando las escuchamos pero que sin embargo, de manera subliminal, transmiten una idea de la situación que hace pensar en los Palestinos como unos rebeldes y en los Israelíes como unos pacificadores, cuando quizás, uno de los elementos que los hace esencialmente diferentes son los medios materiales y humanos que unos y otros tienen a su alcance. Unos medios muy avanzados por parte de los israelíes gracias al apoyo norteamericano y de los israelíes repartidos por todo el mundo y unos medios precarios por parte de los palestinos al pertenecer a una cultura, la árabe, que ya de por sí se encuentra bastante fragmentada.

Otro punto referente a los medios de comunicación que me resultó interesante fué el hecho de que los periódicos israelíes muestren una crítica mucho más fuerte consigo mismo de lo que que lo hacemos nosotros los occidentales. Es decir, que "somos mas papistas que el papa"... Los israelíes de Israel ven cada día el muro que separa una sociedad de otra, las condiciones de pobreza en las que viven los palestinos, su limitada movilidad para trasladarse de un lugar a otro, la falta de derechos humanos, en definitiva, la desigualdad... y es difícil no posicionarse al respecto. Sin embargo, cuando estas noticias, escritas en hebreo, son enviadas a sus compatriotas de otras ciudades occidentales que no están sensibilizados por estos hechos, las traducciones que se realizan están en cierto grado manipuladas con el objetivo de no despertar en sus lectores una reacción tal que haga peligrar su estatus frente a ellos.

A la cuestión de si Obama marcaría un punto de inflexión en el proceso de paz palestino-israelí como en su momento lo marco o lo pudo marcar Clinton, Nur responde que el cambio no se producirá al menos a corto plazo, siendo como es la principal preocupación en estos momentos la crisis económica y financiera, y en segundo lugar o casi paralelamente, la cuestión iraki y afgana. Nur aboga por tato, por un mayor protagonismo de la mano de la Comunidad Europea.

En este punto me apeno, escandalizo e indigno por la división existente entre los países árabes que, teniendo riquezas (gracias, sobre todo, al petróleo), historia, una misma religión, una cultura parecida, un lengua con raíces comunes,... no son capaces de crear una unidad en beneficio de todos sus ciudadanos para luchar por una causa común que les haría mas fuerte frente al mundo occidental sin tener que hacer uso de la amenaza terrorista.

Es aún más penoso la división ya latente entre los propios palestinos, a través de los partidos políticos Hamás y Al Fatah. Una división interna que desgraciadamente solo beneficia a los Israelíes al añadir más argumentos a la paralización de un posible proceso de paz.

En fin, este tema da para muchas entradas y he de esperar a esta pronta visita a Tierra Santa para añadir experiencia propia a la visión que ahora me posiciona....

lunes, 7 de julio de 2008

La riqueza de los inmigrantes


Para desarrollar este tema había escrito algunas notas ayer en el tren hacia Madrid. Al habérmelas dejado en casa, no se si seré capaz de estructurar bien todo lo que quería plasmar, pero lo intentaré.

Quise escribir sobre este asunto después de haber presenciado en las últimas semanas una serie de situaciones que poco a poco despertaron en mi la necesidad de mostrar el lado positivo, enriquecedor y humano de los inmigrantes que no cuentan los telediarios.

La primera de éstas situaciones ocurrió un día que me dirigía en metro hacia el aeropuerto para recoger a un amigo que venía de Inglaterra. Estaba, como es habitual en Madrid, rodeada de una multiud de gente que esperaban el mismo tren que yo, cuando de pronto, como si una luz los iluminara, centré mi atención en dos chicos de origen magrebí. Hablaban español entre ellos (insisto, los dos de origen magrebí) y se lamentaban de que sus compatriotas no hacieran ningún esfuerzo por integrarse y que, por el contrario, se mantuvieran al margen, no entendiendo el sentido de venir a otro país si no existe la voluntad de aprender también de él.

Cuando por fin el tren llegó, la multitud se avalanzó hacia las puertas y a pesar de mi intento por seguir cerca de ellos en mi afán de ser testigo de una de las conversaciones menos imaginadas, les perdí de vista.

Jamás olvidaré esa corta pero rica conversación y siempre que puedo intento contarla como ejemplo para borrar pequeños estereotipos que todos tenemos.

Contaba otro dia que yo también fuí inmigrante, así que tuve la oportunidad de ver como nosotros los españoles tendemos a hacer la misma "piña" que criticamos aqui cuando estamos fuera de nuestro país dando, imagino, la misma imagen al país que nos acoge.

Hace unas semanas también conocí a un chico de origen magrebí: Adil. No he conocido persona más buena en toda mi vida. Pero no porque hiciera un gesto puntual digno de admiración, o porque se esforzara para serlo. Le he visto solo, le he visto rodeado de sus amigos, le he visto trabajando, descansando... y todo en él, es pura bondad. No quiero explayarme aqui (para ello creo que necesitaré escribir una columna dedicada solo a él) pero sí mostrar otro ejemplo de inmigrante completamente integrado (su pandilla de amigos está compuesta por latinoamericanos y españoles) hasta el punto de llegar a olvidar su origen al hablar con él.

Otro momento fué con motivo de la final de la Copa de Europa. Iba también en el tren, y al fijarme con más detención en aquellos chavales vestidos de rojo y amarillo, pude ver que muchos de ellos eran de origen latinoamericano. Es decir, no solo seguían el futbol como meros aficionados de la misma manera que seguirían la liga inglesa (por decir una) sino que se identificaban con los colores de la bandera española!. No, no había salido ninguna ley del gobierno en la cual regalaban los papeles por ir vestido de esa manera ni nada por el estilo, lo hacían porque así lo sentían.

Pero como los españoles somo así, tuvimos que oir el comentario tan poco apropiado de María Escario, periodista de deportes de la cadena pública española, alertando que tuviéramos cuidado con nuestras carteras después de que uno de los jugadores de la selección mostrara su sorpresa positivamente, al igual que yo y que muchos otros, sobre la presencia de tantos seguidores de nacionalidad no española.

En definitiva, creo que a veces cometemos el error de ir por la vida con un filtro lleno de prejuicios que nos impide ver la realidad tal y como es, y que si también pusiéramos nosotros un poco de nuestra parte, quizás nos asombraríamos.

La inmigración puede suponer también una inyección de riqueza humana y cultural en esta sociedad, la nuestra, donde cada vez más el individualismo, el consumismo, materialismo y muchos ismos más, están dominando nuestro día a día. Sería bueno que transformáramos nuestros prejuicios y diéramos una oportunidad a todos aquellos que tienen tanto que enseñar; nos darían más de una buena lección.

martes, 17 de junio de 2008

Entre muros... II

Pero como comentaba al inicio del anterior artículo, existe otro tipo de muros, que son los muros personales.

No pretendo andar con metáforas ininteligibles, así que iré al grano. Lo que me gustaría plasmar es ese creciente individualismo del que, como sabiamente decía Mafalda, "somos el máximo exponente".

Nos encontramos en un mundo cada vez más globalizado -si se puede estarlo más- en el que la identidad personal, nuestros círculos cercanos, y las raíces cada vez importan menos. Miro el mundo desde fuera y veo divorcios, veo familias rotas, veo guerras, veo que todo el mundo viste igual en todos lados, que todo el mundo ve la misma basura por la tele, veo casas rodeadas por altos muros, veo gente durmiendo en las calles de paísese desarrollados y veo más gente durmiendo en las calles de países menos desarrollados, veo bosques cuyos árboles van perdiendo su copa, veo barcas de madera abarrotadas de hombres y mujeres que creen encontrar un mundo mejor allá a donde van, veo gente triste que engrosan las carteras de psicólogos y psiquiatras, veo que los empleados no pueden mantener una conversación con su jefe porque éste se encuentra detrás de una gran pantalla,... y así seguiría hasta que yo misma necesitara un psicólogo.

No escribo estás palabras con afán de amargar a nadie, más bien con afán de reflexionar sobre ello, pués aunque es algo que en un momento u otro nos hemos parado a pensar, parece que nuestro ritmo de vida no nos permite hacer más.

Hace poco tuvimos una reunión en el trabajo, y uno de los puntos que se plantearon fué la carga de trabajo tal que impedía que reflexionáramos sobre el sentido de todo lo que estábamos haciendo, es decir, el poder enfocarlo dentro de un contexto. Mientra escribía esto me daba cuenta que ocurre igual en la vida real, tenemos la preocupación de comprar la casa, el coche, las vacaciones, la cena con los amigos, pero ¿alguna vez nos hemos planteado si nuestra vida aqui tiene algún sentido que sea algo más que actuar de forma tan mecánica movidos muchas veces como corderos en el sentido de que nos dirigimos allá a donde va la manada?

Me llenan de esperanza las personas que saben romper con todo eso, aquellas persona que, como decía Imanol Zubero (Profesor de Sociología de la UPV), buscan su propia realidad y no la que creen La única Realidad. Me llena de esperanza cuando veo a alguien romper con la rutina diaria para comenzar un proyecto "diferente", o la gente que lucha por sus ideales, principios y creencias sin importarles los prejuicios existentes a su alrededor.

Si todos tuviéramos un poco de eso, quizás habría menos gente enriqueciéndose a costa de nosotros, los sumisos consumidores.

lunes, 16 de junio de 2008

Entre muros... I

Desde un reciente artículo de Javier Valenzuela que pude leer en El País semanal, este es un asunto que da vueltas en mi cabeza con cierta frecuencia, quizás porque da lugar a gran cantidad de aplicaciones tanto en la vida diaria como a un nivel internacional.

Este artículo mostraba las diferentes barreras (físicas) actuales repartidas por todo el mundo, en los diferentes continentes. Nos encontramos por ejemplo el muro de Israel, la frontera de México-Estados Unidos, la de Argelia-Marruecos, la quizás menos obvia entre España y Marruecos,... y muchas otras. Cuando terminé de leerlo recuerdo que sentí sobre todo rabia, pues cuántas veces se ha oído hablar del Muro de Berlín, y cuánta gente sigue hablando de él todavía hoy, como uno de los hechos más estremecedores de nuestra historia. Y sin embargo, todos estos muros que separan familias, tierras, amigos, pasan desapercibidos para la mayoría de ellos, como si, por no ser noticia, necesitaran de menos atención.

Es cierto que aquel Muro, el de Berlín, era un muro también simbólico por aquel entonces. Un Muro que representaba la Guerra Fría y que además de separar familias, separaba ideólogias representadas por las grandes potencias mundiales del momento. Pero si nos permitimos mirar a través de una lupa, ¿no son las consecuencias al final las mismas? es decir, familias enteras desarraigadas, trabajos perdidos, limitación a la libertad de movimiento,...

¿Qué está ocurriendo? ¿Es que hay demasiados conflictos por los que preocuparse que ya no sabemos a cuál prestar más atención y por tanto no se la prestamos a ninguno? ¿Es que, como siempre, las potencias mundiales siguen controlando nuestra percepción hacia este tipo de acontecimientos? ¿Es que estos países no resultan de un interés tal que mueva a las potencias a intervenir?

Parece que nada va a cambiar, pero me indigna y me seguirá indignado que se siga hablando del Muro de Berlín como si hubiera sido el único Muro, el único que siempre permanecerá en nuestro recuerdos.

sábado, 31 de mayo de 2008

La inmigracion

Quiero hablar de la inmigracion al ser este un asunto que he vivido desde muy diversas perspectivas.

En primer lugar por tradicion, pues procedo de una familia en la que algunos de sus miembros pasados se vieron obligados a emigrar a latinoamerica cuando todavía habia muchas más posibilidades allá que acá....

Mi familia, quizás también por tradición, nos han inculcado siempre la inquietud por viajar, aprender idiomas, integrarse y enriquecerse culturalmente. Eso hizo que cada uno de nosotros, mis hermanos y yo, pasaramos un año de nuestra reciente juventud en Estados Unidos, pero ese fue solo un inicio, y no lo consideraria como contacto cercano con el mundo de la inmigración pues, digamos, no había implicación o compromiso, podría llamarse una "visita". Tampoco incluiria el año que pasé en la Universidad de Cork, Irlanda, pues no deje huella en ellos y la que ellos dejaron en mi, tampoco la consideraria de relevancia.

Quizás debiera aclarar, antes de seguir avanzando, que la inmigración resulta noticia cuando ésta provoca un cambio en el pais de destino y viceversa. Pues bien, sí considero inmigración cuando decidí comenzar una nueva vida en Cambridge, Inglaterra. No es que fuera para quedarme (supongo que pocos inmigrantes lo hacen con esa intención), pero sí para permanecer un cierto tiempo, trabajar, ahorrar dinero, y formar parte de la cultura inglesa que me enriqueceria con el perfeccionamiento del idioma, y me empaparia de una cultura que quizás en mi pais de origen no iba a encontrar. Es entonces, cuando se produce un intercambio, que no solo me afecta a mi, sino que deja huella en el pais de destino (estoy quitando un puesto de trabajo a un potencial bilbliotecario inglés, por poner un ejemplo).

Por supuesto, hay diferentes niveles de inmigración. Por un lado esta la inmigración de clase alta, estos son bienvenidos por la clase alta de su pais homólogo y simplemente ignorados por la clase media-baja del mismo. La inmigración de clase media, puede llegar a molestar, pero si uno sabe respetar la cultura del pais que lo acoge, puede pasar desapercibido. Pero la inmigración de la clase baja, sí, esos molestan. Son vistos como un virus que vienen a infectar al pais de destino con sus gérmenes maliciosos y ni siquiera nos molestamos por integrarlos, lo mejor es exterminarlos.

Pues bien, en Cambridge, yo era una inmigrante de clase media, asi que mientras respetara la cultura e incluso la hiciera parte de mi, estaba salvada, lo cual, por supuesto, tiene su lógica y nunca pude percibir el más mínimo rechazo por venir de donde venia. Esto es algo a agradecer y algo que se puede justificar por los largos anos de tradición intercultural que ha vivido el pais desde la epoca colonial.

Aprovecho para destacar la importancia de este punto, pues no se percibe la inmigración de la misma manera en todos los paises y asi nos encontramos paises muy receptivos ante este hecho, aunque jamás completamente receptivos, y otros que ponen todos los medios posibles para reducir la inmigración a minimos, ya sea por motivos económicos, sociales o políticos.

Mi análisis me gustaría guiarlo hacia una explicacion social e individual de este rechazo cada vez más generalizado hacia la inmigración, es decir, ¿se trata de asunto político más que individual? ¿se sienten los individuos, de manera individual realmente afectados por el fenómeno de la inmigración? ¿existe algun tipo de intervención mediativa para la creación de este rechazo?