miércoles, 22 de septiembre de 2010

De una española en Sudáfrica.... *


A todas aquellas que dudabais de mi supervivencia durante estos 5 días en Sudáfrica, a las que me sugeríais como primera visita la embajada española en la capital, a las que me suplicásteis que no aceptara objetos de extraños, a las que pensábais que acabaría formando parte de la colección de objetos exóticos disecados, en fin, a todas... aquí va mi relato de lo vivido en aquel lejano país como consecuencia de la invitación a una cena benéfica por parte de un motero de 80 años y director de una seudo-ONG al que conocí durante mi último viaje por Etiopía.

¿¿Por donde empezar?? No lo se, fué tan surrealista...

En fin, ya el primer día conocí el pueblo de este buen hombre, un lugar que era lo más parecido a una comunidad Amish de EE.UU. (faldas largas, camisas a cuadros, cuellos de encajes, caras rechonchas...). Primero fuimos a visitar a unos amigos suyos (también rondando los 80s) regordetes y con cara de buena gente. Eran los dueños de una granja y me llevaron a una pequeña reserva privada con todo tipo de animales salvajes, o asalvajados... Fueron tremendamente majos y trageron consigo hasta un picnic ochentero para echar el dia.

De ahí este buen hombre me llevó al colegio infantil del pueblo, en el cual íbamos a presenciar un espectáculo de 2 HORAS (!!!!!!!!!!!!!!) de niños cantando en conmemoración a los 100 años de existencia del colegio... en fin, de la historia de los  "Amish sudáfricanos", pensé yo... No daba crédito y miraba desesperadamente a mi alrededor tratando de identificar alguna expresión de estupefación en la que encontrar consuelo, pero para mi horror, la gente se divertía, se divertían...

Esa noche acabó con una cena en un restaurante de carretera que parecía luchar por conseguir clientes a toda costa buscando satisfacer todos los gustos: música de los 80 a todo volumen, pista de baile en decadencia y mesas con manteles de cuadros rojos y blancos para cenar. Lo único que estaba lleno (3 clientes) era la barra del bar con varios clones de Homer Simpson fumando y tragando cerveza, seguramente los pocos hombres sensatos que tras ver a sus  sus hijos dándolo todo, necesitaban un break para asimilarlo...

Pero lo mejor fué al día siguiente, durante la cena benéfica. Parecía organizada para el inserso conmigo como espectáculo extraordinario recién llegado de aquel continente llamado Europa. Rezo colectivo al comienzo de la cena. Todos me admiraban, pero no por mi y por lo que soy, una chica normal que traída por el destino, sino porque el señor iba vendiéndome como "fotógrafa e intrépida viajera solitaria que ha recorrido medio mundo y parte de la luna". Imaginad mi cara de vergüenza cuando esos pobres viejecitos me pedían que les contara mis aventuras y yo no sabía si buscar la inspiración en Willy Fog o en el viajero de los Fraguels... Me dieron regalos (ellos a a mi!), entre los que destaco una taza con mención a un salmo cuyo número no quiero recordar, y un collar con una cruz que pesaba más que mi mochila. 

A pesar de todo, mi disimulo debió ser descomunal porque lo primero que escuché a la mañana siguiente fue lo maravilloso que sería poder volver a contar conmigo al año siguiente. Pero os aseguro por la gloria de mi madre que aunque tenga que retirarme del mundo fotográfico para perder todo el prestigio posible ante sus ojos, ni mis fotos ni yo volvemos a pasar por semejante congregación monástica que casi acaba con la poca fe que me quedaba.

En fin, también sobreviví a aquello y mis fotos se vendieron.
 
Tras dormir en la tienda de campaña que el buen hombre habia colocado sobre el coche (lo cual tuvo su aquel), nos dirigimos al Parque Kruger. Venía en el coche una chica muy maja, antigua alumna del buen hombre, que se bajó a mitad de camino porque la recogía su novio para ir juntos a Mozambique. Total, que nos tomamos todos juntos un café antes de su partida. Ella, en un momento que el señor habia ido al baño, aprovechaba para resumir a su novio (periodista de Reuters y el ser vivo más normalito que conocí desde mi llegada), con un cierto tono de cachondeo, mi experiencia en el colegio... Lógicamente le fué literalmente imposible esconder la sonrisa de pitorreo ante tal patética anécdota. Me dijo que entonces había conocido la Sudáfrica profunda además de otras sensateces en los 5 minutos que compartimos y que me hicieron sentir menos astronauta y más humana - temía que empezaran a caerme muy mal todos los que me habían hablado maravillas de este país.

Con un gran dolor en lo más profundo de mi alma, dejamos a los dos jóvenes marchar y continuamos nuestro camino en solitario. El buen hombre era majo y respetuoso, pero me sentía un poco como Heidi con su abuelo en las montañas. Era bastante lento en sus movimientos y palabras, y a mi me recordaba los de la voz en off de los CDs que se venden para hacer yoga desde casa, y me pregunto que si no me di cuenta ya de esto cuando lo conocí en Etiopía a lo mejor era  porque yo tenía el mismo nivel de empanamiento en aquel momento. Tenía algún tipo de alucinamiento conmigo que sigo sin explicarme (nunca he sido tan escueta en palabras como en esos días).

El Parque genial, hizo que mereciera la pena todo el viaje, a pesar de que no soy fan de ir montada en un coche 8 horas seguidas a 1 Km/h para ver si algún bicho nos honra con su presencia. 

Chicas, es curioso que tras haber dado mil vueltas a las diferentes maneras en que este señor podía acabar conmigo, la única que no se nos ocurrió fuera la de la muerte psicológica. Dos días más y lo consigue.

* Mail tranquilizador enviado desde Sudáfrica a mis buenas amigas

domingo, 8 de agosto de 2010

La importancia del Hospital de la Fístula de Etiopía


En Etiopía, la edad media de las mujeres a la hora de contraer matrimonio es de 16,5 años, la tasa de prevalencia de anticonceptivos es del 9,7%, la de fertilidad de 5,4 hijos por mujer y la tasa de mortalidad materna por cada 100.000 nacidos vivos es de 673. Además, por cada mujer que muere durante el parto, muchas más quedan lesionadas como consecuencia de problemas durante el embarazo.

Tras conocer estos datos tan alarmantes y después de visitar varios centros de planificación familiar repartidos por el sur del país, nos dirigimos al Hospital de la Fístula, fundado en 1974 por los Doctores Reginald y Catherina Hamlin, nominada al Nobel de la Paz en 1997. Este Hospital es conocido a nivel mundial por dedicarse desde sus comienzos al tratamiento de pacientes con fístula, restaurando así la salud, la esperanza y la dignidad de miles de mujeres no solo de Etiopía sino también de otros países del cuerno de África que acuden a este centro de referencia.

Mientras paseamos por los jardines del centro, Sisay, una de las empleadas, nos explica que “la fístula obstétrica es una de las heridas más serias que pueden ocurrir durante el parto. En países occidentales suele ser resultado de estrés, infecciones o inflamaciones, pero en Etiopía se produce sobretodo en caso de partos prolongados, a veces de hasta cinco días, atendidos según la manera tradicional por personal no cualificado y debido muchas veces al tamaño de la cabeza del bebé o a la posición de éste en el momento del parto”. Esto en España sería tratado mediante una cesárea, pero en Etiopía, el 84% de la población vive en las zonas rurales, y el acceso a cualquier servicio de asistencia médica es prácticamente imposible. “La presión constante de la cabeza del bebé en el canal de nacimiento provoca un agujero entre la vejiga y la vagina y/o entre el recto y la vagina. Como resultado, la mujer sufre problemas de incontinencia urinal y/o fecal que solo podrá ser curado mediante cirugía”.

La mayoría de las víctimas de esta horrible herida están aún en su adolescencia, aunque también existen casos de mujeres adultas que por desconocimiento o falta de acceso a centros de salud no recibieron el tratamiento de curación y seguimiento que se aplica en estos casos. Tal es el ejemplo de una de las pacientes ingresadas: “estuvo 15 años con este problema y no ha sido hasta ahora que ha acudido a nosotros para ser tratada”. La fístula provoca un constante olor a orina, por lo que es rechazada por su esposo y su familia, enfrentando un futuro incierto, sola y aislada de su entorno. “En muchos casos, la sociedad percibe este problema como resultado de un mal comportamiento por parte de la pareja y por tanto, como un castigo de Dios”. Muchas de ellas son dependientes, es decir, no cuentan con ingresos propios, por eso la asistencia que les ofrece el Hospital es gratuita. A cambio sólo se les pide cumplir con dos responsabilidades: la primera es que, al volver a sus hogares, difundan el trabajo del Hospital y expliquen la importancia de tratar este problema a tiempo. En segundo lugar, y en caso de volver a quedarse embarazadas, las antiguas pacientes se comprometen a volver al Hospital antes de cumplir los seis meses de embarazo para ser tratadas adecuadamente antes, durante y después del parto y evitar así posibles complicaciones. Esta etapa de seguimiento se realiza en colaboración con el Ghandi Memorial Hospital, un centro gubernamental especializado en salud materna y con el cual trabajan estrechamente.

Además de los problemas anteriormente mencionados, las pacientes que sufren de esta enfermedad pueden tener también otras complicaciones como consecuencia de un parto prolongado, una de éstas sería la lesión en los nervios que causa dificultad al andar. Esto explica el lento caminar de algunas empleadas del centro. El 65% del personal del Hospital de la Fístula está compuesto por antiguas pacientes y solo el 35% por personal externo. Son las normas del centro. En la mayoría de los casos, tras la intervención y posterior recuperación, las mujeres tratadas vuelven a sus hogares para continuar su vida junto a su familia, solo el 2% no lo consiguen, bien debido al rechazo que reciben como consecuencia de la estigmatización, bien porque su pareja ha rehecho su vida con otra persona. Otras veces deben permanecer más tiempo en el Hospital porque no están completamente recuperadas. A este 2% el Hospital les ofrece dos salidas, una de ellas es formarse como enfermeras para emplearse en él y la otra es trabajar en el Joy Centre, un centro con tierras para el cultivo creado por el propio Hospital y en el que pueden vivir de manera independiente mientras trabajan en la agricultura, cuyos productos venden al Hospital y otros centros.

Respecto a la relación de la fístula con la mutilación genital femenina, Sisay deja bien claro que “al contrario de lo que mucha gente piensa, la fístula no tiene ninguna relación directa con ésta, puesto que la primera consiste en una lesión interna y la segunda en una intervención externa”. Tampoco existe, nos aclara, ningún tipo de relación con la religión ya que entre sus pacientes hay tanto mujeres de creencia ortodoxa (cuya religión siguen aproximadamente el 66% de la población), musulmana (33%), como de otras existentes en el país.

Uno de los aspectos que más llaman la atención del Hospital es su moderno equipamiento y el cuidado con el que cada detalle está presentado, lo cual choca con la realidad de los hospitales gubernamentales que difícilmente se mantienen con unos recursos sanitarios deficientes y un personal que carece de medios para atender a sus pacientes. El Hospital de la Fístula sobrevive gracias a las donaciones individuales, tanto económicas como materiales, como la de la presentadora de televisión americana Oprah Winfrey, cuya placa cuelga en la entrada de unos de los departamentos de rehabilitación del centro. Pero este Hospital Central no es el único que existe en Etiopía ya que existen otros cuatro mini- hospitales dependientes de él que se encuentran logísticamente repartidos por el país y que requieren igualmente de fondos para su mantenimiento, por lo que en caso de necesitar más financiación, se solicita el apoyo a organizaciones internacionales como las Naciones Unidas.

Hasta el momento este crecimiento ha sido siempre bien recibido por la población y valorado por los donantes debido a la necesidad de estos cuidados, pero el fin último del Hospital es neutralizar el problema para dejar de ser una institución especializada exclusivamente en la fístula y transformarse en un centro de salud materna que garantice el derecho de las mujeres a la salud sexual y reproductiva, convirtiéndose así en una práctica que va más allá de las palabras y las promesas.

La FGAE* y los derechos de las mujeres para acceder a la salud sexual y reproductiva



En Etiopía muchas mujeres y parejas no tienen el conocimiento, las herramientas o la asistencia que necesitan para cuidar de su salud reproductiva y tener el número de hijos que desean. Como consecuencia, muchas acaban teniendo más hijos de los que quieren o pueden mantener, otras recurren al aborto inducido, el cual sigue siendo predominantemente clandestino e inseguro, a pesar de ser legal bajo ciertas condiciones.
Por otro lado, el primer año de vida es especialmente peligroso para el bebé: Se estima que 235.000 niños mueren antes de cumplir un año (80 por cada 1.000 nacidos vivos) y casi la mitad de estas muertes ocurren durante el primer mes de vida debido a que las mujeres pobres, de zonas rurales y menos educadas se enfrentan a muchos obstáculos culturales y de infraestructuras respecto a la atención materna.

La mortalidad materna es también muy alta. Las estimaciones de la media varían, pero según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 720 mujeres etíopes mueren cada año por complicaciones relacionadas con el embarazo o el parto por cada 100.000 nacidos vivos. Se estima que 21.300 mujeres etíopes murieron por causas relacionadas con el embarazo en 2008, alrededor de 7.300 de estas mujeres no deseaban quedarse embarazadas. Diversas investigaciones sugieren que la prevención de los embarazos no deseados tiene el potencial de reducir de manera sustancial la mortalidad materna a niveles más bajos, por ello, promover el uso de anticonceptivos es crucial para limitar la exposición de las mujeres a los riesgos inherentes al embarazo y la maternidad y para que las mujeres eviten los embarazos de alto riesgo.

La Asociación de Planificación Familiar de Etiopía (FGAE, por sus siglas en inglés) es la organización que desde 1966 trabaja en el país para que todas las mujeres tengan sus derechos sexuales y reproductivos cubiertos. El trabajo que realizan es importante en cuanto al servicio integral que prestan, contando en un mismo centro con diferentes servicios de Salud Sexual y Reproductiva. El trato es personalizado y cercano, y los medios son modernos en comparación con los servicios que se prestan desde los hospitales gubernamentales. Esto es debido en gran medida al apoyo financiero de organizaciones no gubernamentales como la Federación Internacional de Planificación Familiar (IPPF por sus siglas en inglés). Se trata de personal especializado con un alto nivel de motivación y vocación ya que muchos de ellos han comenzado como voluntarios pasando a plantilla tras un periodo de prueba determinado.

Un estudio realizado por Pathfinder- Etiopía descubrió que las mujeres de las zonas rurales tienen que viajar como media hasta cuatro días de ida y vuelta para recibir una inyección anticonceptiva de tres meses. Con el 84% de la población viviendo en zonas rurales, no es difícil entender que muchas mujeres no hayan oído hablar jamás de la planificación familiar. De ahí la importancia de uno de los programas de la FGAE a través del cual selecciona a una serie de jóvenes voluntarios y voluntarias residentes en diferentes comunidades a los cuales  animan a participar en talleres de educación de salud sexual y reproductiva. Tras esta formación y llevando consigo diferentes métodos anticonceptivos accesibles para aquellos que los soliciten, vuelven a su comunidad para enseñar el uso de éstos y servir además como punto de conexión entre la oficina local de la FGAE y la comunidad.

Otro proyecto que merece la pena destacar es el que desarrollan centros como el Adama Clinic, en la región sur del país, a través del cual reúne a jóvenes de ambos sexos dos veces a la semana durante 3 horas para debatir sobre temas relacionados con la Salud Sexual y Reproductiva tales como las infecciones de transmisión sexual, los embarazos no deseados, aspectos culturales o salud familiar. Coordinados por voluntarios de la FGAE, estos debates están  ideados para que cada uno exprese su opinión y en conjunto lleguen a una conclusión. “Con el fin de prepararme para cada una de las sesiones leo bibliografía relacionada con el tema que se debatirá ese día y me entrevisto con profesionales de la Salud Sexual y Reproductiva” explica Fikadu Bayissa, voluntario- coordinador en la FGAE desde 2008, estudiante de Contabilidad y volcado en su tiempo libre en su labor voluntaria de la cual dice recibir plena satisfacción personal. En estas sesiones llama la atención la destacada participación de los chicos frente a las chicas. “Se trata de una cuestión cultural, muchas de ellas están educadas para permanecer en un segundo plano, así que no acostumbran dar su opinión en público” Comenta Adam Zeleke, Responsable en el Área Central de Incidencia Política de la FGAE.

A pesar de ello, el coordinador, intenta promover su participación con el objetivo de romper con esta costumbre.

Según un estudio de la organización no gubernamental Population Reference Bureau en Etiopía, cerca del 40% de las mujeres encuestadas en 2005 tuvieron a su primer hijo antes de cumplir 18 años, y cerca del 16% de las mujeres de entre 15 y 19 años estaban embarazadas o eran ya madres. El 80% de los servicios de planificación familiar son proporcionados por el sector público, y más del 85% de los usuarios de anticonceptivos utilizan solamente dos métodos – inyección y métodos anticonceptivos orales. A más de un tercio de las etíopes les gustaría espaciar el tiempo entre un embarazo y el siguiente o incluso dejar de tener hijos, sin embargo no usan métodos anticonceptivos. Una de las explicaciones que dan a esta actitud es la falta de información sobre los diferentes métodos, el difícil acceso a los servicios de planificación familiar y los rumores sobre los efectos secundarios.

Queda mucho por hacer todavía, pero el trabajo que realiza la FGAE en coordinación con otras instituciones como el Hospital de la Fístula, el Marie Stop Clinic o los Hospitales Gubernamentales suponen un gran esfuerzo para alcanzar uno de los Objetivos del Milenio  de las Naciones Unidas, el ODM 5: Reducir la mortalidad materna y para hacer llegar a todos los rincones posibles servicios de planificación familiar.

* Family Planning Association of Ethiopia



martes, 1 de junio de 2010

Indignación

Es la palabra que mejor expresa el sentimiento hacia lo ocurrido en la madrugada del 30 al 31 de mayo en aguas internacionales a la flota de ayuda humanitaria de Gaza.

Indignación sobre todo por la inmunidad con la que cuenta Israel ante estos ataques que se vienen produciendo desde hace muchos años sin que la comunidad internacional haga nada al respecto, dejando que cada uno de esos actos pasen a la historia sin ningún tipo de medidas condenatorias.

En las pocas horas que han transcurrido desde entonces se han pronunciado una gran cantidad de barbaridades intentando justificar el ataque a esta flota, justificaciones que resultan verdaderamente ofensivas teniendo en cuenta que han muerto 10 personas cuya misión era acceder y hacer llegar a una parte de la población palestina material de ayuda humanitaria en la que NO se incluían armas. Un ataque que se produjo además en aguas internacionales. No voy a repetir estas barbaridades que se han ido publicando por considerarlo, insisto, ofensivo. Lo único que cuenta aquí es que esas muertes se podrían haber evitado y se tendrían que haber evitado a través de los muy diversos medios con los que cuenta Israel, país que presume de contar con las más altas tecnologías. En definitiva, seguramente se podría haber recurrido a otras muchas medidas diferentes a la del asalto que habrían evitado esas muertes ¿por qué recurrieron a esa?. Aqui no estamos hablando ya de la defensa de una población ante el ataque de otra, argumento que les sirvió para justificar la anterior masacre ocurrida en Gaza en las Navidades de 2008-2009, sino que estamos hablando de un ataque unidireccional e indiscriminado ante una serie de personas que, casualmente, ni siquiera eran palestinos.

Israel habla del diálogo como manera de solucionar esta problemática, pero ¿qué tipo de diálogo? solo quieren hablar de un diálogo que les beneficie a ellos, rechazando cualquier otro posible. Y mientras mantienen bloqueado Gaza con la justificación de que la zona está gobernada (elección hecha de manera democrática, no hay que olvidarlo) por un movimiento terrorista, mientras bloquean esta zona, decía, siguen demoliendo casas palestinas, edificando nuevas colonias en Cisjordania, aprovechando la construcción del muro para apropiarse de más terrenos en la zona de Cisjordania provocando así tal indignación en los palestinos que dificilmente podrá repararse. Por el contrario, despertarán aún más el odio que la población siente hacia ellos, alimentando la necesidad de venganza y animando de manera indirecta el deseo de los jóvenes de alistarse en movimientos terroristas como única salida a una situación que los medios diplomáticos no están siendo capaces de encontrar.

Pero una vez ocurrido esto y sin posibilidad de dar marcha atrás, la pregunta que debería plantearse tras la demanda general de la creación de una comisión de investigación que aclare los hechos es ¿qué tipo de comisión de investigación va a ser ésta? y ¿quién estará en esa comisión?

Desde mi punto de vista, después de estos últimos acontecimientos habrá un antes y un después, pero no en la política israelí, que obviamente no parecen tener muchas intenciones de cambiar, sino en la mirada de la sociedad en general hacia ellos. Es decir, han habido años de gran sensibilización y empatía por el  horror del holocausto, y ello se ha visto reflejado por ejemplo en las numerosas películas que se han rodado alrededor de esta temática, sin embargo, esto está llegando a su fin, no porque deje de horrorizarnos lo que entonces ocurrió, sino porque lo que están haciendo ahora sus descendientes, está ensuciando la memoria que aquellos dejaron cometiendo los mismo errores, y horrores.

domingo, 25 de abril de 2010

Adil

Llevo mucho tiempo queriendo escribir sobre él, pero nunca supe cómo empezar, como nunca supe cómo empezar a escribir sobre el país que más emociones me trasnmiten, Marruecos.

A ambos los conocí por azar, sin saber qué hayaría en ellos y sin saber a dónde me llevarían. Y con ambos, desde el primer momento, me sentí cómoda y acogida. Con ambos la conexión fué inmediata y el cariño que me unió a ellos, irrompible, pero con ambos siento este amor imposible que me impiden por algún motivo entregarme a ellos absolutamente, quizás por miedo y falta de costumbre de este sentimiento tan puro que yo misma no se cómo manejar.

Lo que más me gustó de ellos fué la transparencia y la naturalidad con la que se me presentaron. Sin adornos ni falsas apariencias, a pesar de todo...

Adil vive desde hace varios años en Zaragoza, pero antes de llegar a tener la relativamente cómoda situación que tiene ahora, pasó por muchas dificultades pués, como tantos otros, llegó a España sin papeles, acudió a amigos que luego desaparecieron, trabajó casi como un exclavo en diferentes lugares, durmió en la calle y viajó sin rumbo hasta que por fin consiguió asentarse en esta ciudad. Y en pocos años, cuando parecía que los buenos tiempos por fin llegaban, también ha sabido lo que es tener un jefe déspota y avaricioso, al que aguantó hasta un punto que nunca llegaré a comprender, como tantas otras cosas de él, seguramente porque lo que no entiendo es la sencillez de sus pensamientos. Pero al final se fué, tiró la toalla, harto de que España, en la persona de este señor, se negara a corresponderle como cualquiera habría esperado de una persona que confía tanto en los demás. Y volvió, gracias al apoyo de los buenos amigos que había dejado atrás. 

Y esa es una de sus cualidades, que no ve mal en los demás, que es gran amigo de sus amigos, que el tiempo no le ha corrompido y que jamás pedirá ayuda pero siempre estará dispuesto a ofercértela, leal a sus valores, pero respetuoso con los de los demas.

Recuerdo cuando me llevó a Kenitra, una ciudad que no llama la atención por su belleza pero sí, como tantos otros lugares en Marruecos, por su gente. Recuerdo los lugares a los que me llevó, el lago al atardecer, recuerdo lo discreto que era cuando hablaba con su amigo de temas polémicos y cómo él trataba de mantenerse al margen. Recuerdo la excursión que hice con su familia, cómo cuidaba de su madre viuda, la paciencia que tenía siempre, la paz interior que transmitía a los que estaban a su alrededor. Recuerdo cómo me cuidó en todo momento durante mi estancia allí, su respeto, la ausencia de preguntas, y también de demandas, la sencillez en todo él, la falta de rencor o de codicia. Todo en él era, es, humildad, por fuera y por dentro.

En definitiva, es de estas personas que te alegras que se cruzaran en tu vida por la lección tan humana que te enseñan. Y cuando ves que las cosas se ponen negras, o cuando la cabeza se empieza a llenar de preocupaciones absurdas, es la persona en la que pensar para volver al mundo terrenal, y real.