domingo, 8 de agosto de 2010

La importancia del Hospital de la Fístula de Etiopía


En Etiopía, la edad media de las mujeres a la hora de contraer matrimonio es de 16,5 años, la tasa de prevalencia de anticonceptivos es del 9,7%, la de fertilidad de 5,4 hijos por mujer y la tasa de mortalidad materna por cada 100.000 nacidos vivos es de 673. Además, por cada mujer que muere durante el parto, muchas más quedan lesionadas como consecuencia de problemas durante el embarazo.

Tras conocer estos datos tan alarmantes y después de visitar varios centros de planificación familiar repartidos por el sur del país, nos dirigimos al Hospital de la Fístula, fundado en 1974 por los Doctores Reginald y Catherina Hamlin, nominada al Nobel de la Paz en 1997. Este Hospital es conocido a nivel mundial por dedicarse desde sus comienzos al tratamiento de pacientes con fístula, restaurando así la salud, la esperanza y la dignidad de miles de mujeres no solo de Etiopía sino también de otros países del cuerno de África que acuden a este centro de referencia.

Mientras paseamos por los jardines del centro, Sisay, una de las empleadas, nos explica que “la fístula obstétrica es una de las heridas más serias que pueden ocurrir durante el parto. En países occidentales suele ser resultado de estrés, infecciones o inflamaciones, pero en Etiopía se produce sobretodo en caso de partos prolongados, a veces de hasta cinco días, atendidos según la manera tradicional por personal no cualificado y debido muchas veces al tamaño de la cabeza del bebé o a la posición de éste en el momento del parto”. Esto en España sería tratado mediante una cesárea, pero en Etiopía, el 84% de la población vive en las zonas rurales, y el acceso a cualquier servicio de asistencia médica es prácticamente imposible. “La presión constante de la cabeza del bebé en el canal de nacimiento provoca un agujero entre la vejiga y la vagina y/o entre el recto y la vagina. Como resultado, la mujer sufre problemas de incontinencia urinal y/o fecal que solo podrá ser curado mediante cirugía”.

La mayoría de las víctimas de esta horrible herida están aún en su adolescencia, aunque también existen casos de mujeres adultas que por desconocimiento o falta de acceso a centros de salud no recibieron el tratamiento de curación y seguimiento que se aplica en estos casos. Tal es el ejemplo de una de las pacientes ingresadas: “estuvo 15 años con este problema y no ha sido hasta ahora que ha acudido a nosotros para ser tratada”. La fístula provoca un constante olor a orina, por lo que es rechazada por su esposo y su familia, enfrentando un futuro incierto, sola y aislada de su entorno. “En muchos casos, la sociedad percibe este problema como resultado de un mal comportamiento por parte de la pareja y por tanto, como un castigo de Dios”. Muchas de ellas son dependientes, es decir, no cuentan con ingresos propios, por eso la asistencia que les ofrece el Hospital es gratuita. A cambio sólo se les pide cumplir con dos responsabilidades: la primera es que, al volver a sus hogares, difundan el trabajo del Hospital y expliquen la importancia de tratar este problema a tiempo. En segundo lugar, y en caso de volver a quedarse embarazadas, las antiguas pacientes se comprometen a volver al Hospital antes de cumplir los seis meses de embarazo para ser tratadas adecuadamente antes, durante y después del parto y evitar así posibles complicaciones. Esta etapa de seguimiento se realiza en colaboración con el Ghandi Memorial Hospital, un centro gubernamental especializado en salud materna y con el cual trabajan estrechamente.

Además de los problemas anteriormente mencionados, las pacientes que sufren de esta enfermedad pueden tener también otras complicaciones como consecuencia de un parto prolongado, una de éstas sería la lesión en los nervios que causa dificultad al andar. Esto explica el lento caminar de algunas empleadas del centro. El 65% del personal del Hospital de la Fístula está compuesto por antiguas pacientes y solo el 35% por personal externo. Son las normas del centro. En la mayoría de los casos, tras la intervención y posterior recuperación, las mujeres tratadas vuelven a sus hogares para continuar su vida junto a su familia, solo el 2% no lo consiguen, bien debido al rechazo que reciben como consecuencia de la estigmatización, bien porque su pareja ha rehecho su vida con otra persona. Otras veces deben permanecer más tiempo en el Hospital porque no están completamente recuperadas. A este 2% el Hospital les ofrece dos salidas, una de ellas es formarse como enfermeras para emplearse en él y la otra es trabajar en el Joy Centre, un centro con tierras para el cultivo creado por el propio Hospital y en el que pueden vivir de manera independiente mientras trabajan en la agricultura, cuyos productos venden al Hospital y otros centros.

Respecto a la relación de la fístula con la mutilación genital femenina, Sisay deja bien claro que “al contrario de lo que mucha gente piensa, la fístula no tiene ninguna relación directa con ésta, puesto que la primera consiste en una lesión interna y la segunda en una intervención externa”. Tampoco existe, nos aclara, ningún tipo de relación con la religión ya que entre sus pacientes hay tanto mujeres de creencia ortodoxa (cuya religión siguen aproximadamente el 66% de la población), musulmana (33%), como de otras existentes en el país.

Uno de los aspectos que más llaman la atención del Hospital es su moderno equipamiento y el cuidado con el que cada detalle está presentado, lo cual choca con la realidad de los hospitales gubernamentales que difícilmente se mantienen con unos recursos sanitarios deficientes y un personal que carece de medios para atender a sus pacientes. El Hospital de la Fístula sobrevive gracias a las donaciones individuales, tanto económicas como materiales, como la de la presentadora de televisión americana Oprah Winfrey, cuya placa cuelga en la entrada de unos de los departamentos de rehabilitación del centro. Pero este Hospital Central no es el único que existe en Etiopía ya que existen otros cuatro mini- hospitales dependientes de él que se encuentran logísticamente repartidos por el país y que requieren igualmente de fondos para su mantenimiento, por lo que en caso de necesitar más financiación, se solicita el apoyo a organizaciones internacionales como las Naciones Unidas.

Hasta el momento este crecimiento ha sido siempre bien recibido por la población y valorado por los donantes debido a la necesidad de estos cuidados, pero el fin último del Hospital es neutralizar el problema para dejar de ser una institución especializada exclusivamente en la fístula y transformarse en un centro de salud materna que garantice el derecho de las mujeres a la salud sexual y reproductiva, convirtiéndose así en una práctica que va más allá de las palabras y las promesas.

La FGAE* y los derechos de las mujeres para acceder a la salud sexual y reproductiva



En Etiopía muchas mujeres y parejas no tienen el conocimiento, las herramientas o la asistencia que necesitan para cuidar de su salud reproductiva y tener el número de hijos que desean. Como consecuencia, muchas acaban teniendo más hijos de los que quieren o pueden mantener, otras recurren al aborto inducido, el cual sigue siendo predominantemente clandestino e inseguro, a pesar de ser legal bajo ciertas condiciones.
Por otro lado, el primer año de vida es especialmente peligroso para el bebé: Se estima que 235.000 niños mueren antes de cumplir un año (80 por cada 1.000 nacidos vivos) y casi la mitad de estas muertes ocurren durante el primer mes de vida debido a que las mujeres pobres, de zonas rurales y menos educadas se enfrentan a muchos obstáculos culturales y de infraestructuras respecto a la atención materna.

La mortalidad materna es también muy alta. Las estimaciones de la media varían, pero según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 720 mujeres etíopes mueren cada año por complicaciones relacionadas con el embarazo o el parto por cada 100.000 nacidos vivos. Se estima que 21.300 mujeres etíopes murieron por causas relacionadas con el embarazo en 2008, alrededor de 7.300 de estas mujeres no deseaban quedarse embarazadas. Diversas investigaciones sugieren que la prevención de los embarazos no deseados tiene el potencial de reducir de manera sustancial la mortalidad materna a niveles más bajos, por ello, promover el uso de anticonceptivos es crucial para limitar la exposición de las mujeres a los riesgos inherentes al embarazo y la maternidad y para que las mujeres eviten los embarazos de alto riesgo.

La Asociación de Planificación Familiar de Etiopía (FGAE, por sus siglas en inglés) es la organización que desde 1966 trabaja en el país para que todas las mujeres tengan sus derechos sexuales y reproductivos cubiertos. El trabajo que realizan es importante en cuanto al servicio integral que prestan, contando en un mismo centro con diferentes servicios de Salud Sexual y Reproductiva. El trato es personalizado y cercano, y los medios son modernos en comparación con los servicios que se prestan desde los hospitales gubernamentales. Esto es debido en gran medida al apoyo financiero de organizaciones no gubernamentales como la Federación Internacional de Planificación Familiar (IPPF por sus siglas en inglés). Se trata de personal especializado con un alto nivel de motivación y vocación ya que muchos de ellos han comenzado como voluntarios pasando a plantilla tras un periodo de prueba determinado.

Un estudio realizado por Pathfinder- Etiopía descubrió que las mujeres de las zonas rurales tienen que viajar como media hasta cuatro días de ida y vuelta para recibir una inyección anticonceptiva de tres meses. Con el 84% de la población viviendo en zonas rurales, no es difícil entender que muchas mujeres no hayan oído hablar jamás de la planificación familiar. De ahí la importancia de uno de los programas de la FGAE a través del cual selecciona a una serie de jóvenes voluntarios y voluntarias residentes en diferentes comunidades a los cuales  animan a participar en talleres de educación de salud sexual y reproductiva. Tras esta formación y llevando consigo diferentes métodos anticonceptivos accesibles para aquellos que los soliciten, vuelven a su comunidad para enseñar el uso de éstos y servir además como punto de conexión entre la oficina local de la FGAE y la comunidad.

Otro proyecto que merece la pena destacar es el que desarrollan centros como el Adama Clinic, en la región sur del país, a través del cual reúne a jóvenes de ambos sexos dos veces a la semana durante 3 horas para debatir sobre temas relacionados con la Salud Sexual y Reproductiva tales como las infecciones de transmisión sexual, los embarazos no deseados, aspectos culturales o salud familiar. Coordinados por voluntarios de la FGAE, estos debates están  ideados para que cada uno exprese su opinión y en conjunto lleguen a una conclusión. “Con el fin de prepararme para cada una de las sesiones leo bibliografía relacionada con el tema que se debatirá ese día y me entrevisto con profesionales de la Salud Sexual y Reproductiva” explica Fikadu Bayissa, voluntario- coordinador en la FGAE desde 2008, estudiante de Contabilidad y volcado en su tiempo libre en su labor voluntaria de la cual dice recibir plena satisfacción personal. En estas sesiones llama la atención la destacada participación de los chicos frente a las chicas. “Se trata de una cuestión cultural, muchas de ellas están educadas para permanecer en un segundo plano, así que no acostumbran dar su opinión en público” Comenta Adam Zeleke, Responsable en el Área Central de Incidencia Política de la FGAE.

A pesar de ello, el coordinador, intenta promover su participación con el objetivo de romper con esta costumbre.

Según un estudio de la organización no gubernamental Population Reference Bureau en Etiopía, cerca del 40% de las mujeres encuestadas en 2005 tuvieron a su primer hijo antes de cumplir 18 años, y cerca del 16% de las mujeres de entre 15 y 19 años estaban embarazadas o eran ya madres. El 80% de los servicios de planificación familiar son proporcionados por el sector público, y más del 85% de los usuarios de anticonceptivos utilizan solamente dos métodos – inyección y métodos anticonceptivos orales. A más de un tercio de las etíopes les gustaría espaciar el tiempo entre un embarazo y el siguiente o incluso dejar de tener hijos, sin embargo no usan métodos anticonceptivos. Una de las explicaciones que dan a esta actitud es la falta de información sobre los diferentes métodos, el difícil acceso a los servicios de planificación familiar y los rumores sobre los efectos secundarios.

Queda mucho por hacer todavía, pero el trabajo que realiza la FGAE en coordinación con otras instituciones como el Hospital de la Fístula, el Marie Stop Clinic o los Hospitales Gubernamentales suponen un gran esfuerzo para alcanzar uno de los Objetivos del Milenio  de las Naciones Unidas, el ODM 5: Reducir la mortalidad materna y para hacer llegar a todos los rincones posibles servicios de planificación familiar.

* Family Planning Association of Ethiopia