viernes, 16 de diciembre de 2016

La vuelta / The return (translated into English below)

Hace tres días que he vuelto de Yemen. Durante los seis meses que he pasado allí, he vivido el bombardeo y destrucción de nuestro hospital, el sufrimiento de la gente que allí se encontraba; he vivido una evacuación de tres meses, encerrada entre cuatro paredes, escuchando bombardeos a mi alrededor, o aviones amenazantes sobrevolándonos, cuyo efecto es aún más tormentoso, pues desconoces donde lanzarán la bomba; he vivido la vuelta al “lugar del crimen” con un equipo completamente nuevo con el que no podía compartir “sentimientos”, porque ellos acababan de llegar, llenos de energía, y no habían vivido lo que yo; he visto campos de desplazados cuya gente apenas tenía un techo; he vivido la falta de libertad, y la barrera cultural que supone estar en un país donde la mujer vale menos que nada.

Pero cuando estás allí, aunque todo esto pesa, y tiene un efecto psicológico en ti, prima la acción del momento, la necesidad de trabajar y sacar tu parte del proyecto adelante. Estás además rodeada de gente que te “necesitan” y, venirse abajo, lo siente una como una ofensa hacia ellos, pues tu tienes un tiempo limitado antes de volver a tu zona de “confort”, pero para ellos, este es su día a día.

El problema llega cuando vuelves a casa. En solo quince horas de vuelo, el choque es indescriptible. De pronto miras a tu alrededor, y te das cuenta que aquí no somos ni mínimamente conscientes de que en este mismo suelo que todos pisamos, pero más lejos, la gente no se preocupa por el color de la barra de labios, o lo mala que era la película que fuiste a ver. Allí preocupan cosas tan esenciales como es sobrevivir, sobrevivir a un bombardeo, o sobrevivir a la falta de alimentación y agua.

Entonces una experimenta una nueva lucha, esta vez más solitaria, porque la organización que te acogía ya no está ahí para protegerte. Ahora estás sola, rodeada de personas que difícilmente pueden imaginar, y mucho menos compartir ese vacío que te invade. Por supuesto, se preocupan por ti, pero al final, cada cual tiene su vida, sus propios problemas y preocupaciones, y no puedes esperar que de pronto, tu, te conviertas en el centro de sus vidas.

Por otro lado, tampoco lo quieres, lo que quieres es estar sola, para lidiar primero con tus propios pensamientos, que consisten básicamente en querer pasar página para poder integrarte en este nuevo contexto que te rodea sin dejar una huella negativa en el proceso. Pero esto, es decir, aprender que primero te tienes que cuidar tu, sin forzarte a participar en eventos en los que no tienes ganas de estar, cuando eres una persona que se preocupa por el bienestar de los que están a tu alrededor, es tarea difícil.

También hay que lidiar con el remordimiento de saber y ser consciente de lo que hay allí, de esa realidad de la que antes solo oías hablar por las noticias o las películas de ficción. Es un remordimiento parecido al que se siente cuando pierdes a alguien cercano. Sabes que tienes que seguir viviendo, pero al mismo tiempo, cuando lo haces y olvidas de pronto a esa persona, te culpabilizas por hacerlo. En este caso el remordimiento tiene más que ver con el factor “suerte”. Yo he tenido la suerte de nacer aquí, sin ningún esfuerzo por mi parte, solo suerte. 


Aún estoy en el proceso de aterrizaje, no tengo respuestas, y no soy completamente capaz de controlar todos estos pensamientos, sigo temiendo la incomprensión, la inadaptabilidad y la pérdida de lazos que me unen a ciertas personas.  A pesar de todo esto, y considerándome una persona, aunque muy emocional, también racional, soy también consciente de que, también de esto, saldré adelante, con mi propio esfuerzo, con el cariño de los que me quieren, y con la ayuda necesaria. Para poder seguir haciendo lo que más me gusta.

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I've been back from Yemen just three days ago. During the six months that I have been there, I have lived the bombing and destruction of our hospital, the suffering of the people who were there; I have lived a three-month evacuation, enclosed in four walls, listening to bombardments around us, and the threatening airplanes overhead, the effect of which is even more stormy, since you do not know where the bomb will be launched; I have lived the return to the "crime scene" with a completely new team with which I could not share "feelings", because they had just arrived, full of energy, and had not lived what I had; I have seen displaced camps whose people barely had a roof; I have lived the lack of freedom, and the cultural barrier to being in a country where women are worth less than nothing.

But when you are there, although all this weighs, and has a psychological effect on you, what primes is the action of the moment, the need to work and get your share of the project forward. You are also surrounded by people who "need you" and, coming down, you feel it as an offense towards them, because you have a limited time before returning to your comfort zone, but for them, this is their daily life.

The problem comes when you go home. In only fifteen hours of flight, the crash is indescribable. Suddenly you look around, and you realize that here we are not even minimally aware that in this same ground we all tread, but further away, people do not care about the color of the lipstick, or how bad was the movie you went to see. Out there, they worry about such essential things as surviving, surviving a bombing, or surviving the lack of food and water.

Then, one experiences a new struggle, this time more solitary, because the organization that hosted you is no longer there to protect you. Now you are alone, surrounded by people who can hardly imagine, much less share, that emptiness that invades you. Of course, they care about you, but in the end, everyone has their own lives, their own problems and concerns, and you can not expect them to suddenly place you in the center of their lives.

On the other hand, you do not want it either, what you want is to be alone, to deal first with your own thoughts, which basically consist of wanting to turn a page in order to be able to integrate into this new context that surrounds you, without leaving a negative footprint in the process. But this, that is, learning that you first have to take care of yourself, without forcing you to participate in events that you do not feel like being in, when you are a person who cares about the well-being of those around you, it is a difficult task.

You also have to deal with the remorse of being fully aware of what is happening out there, of that reality you used to hear before only on the news or fiction films. It is a remorse similar to the one you feel when you lose someone close to you. You know that you have to keep moving on, but at the same time, when you do and suddenly forget that person, you blame yourself for doing so. In my case, remorse has more to do with the "luck" factor. I just have been lucky enough to be born here, with no effort from my side, just the chance.

I am still in the process of landing, I have no answers, and I am not completely able to control all these thoughts, I still fear the incomprehension, the maladaptability and the loss of ties that bind me to certain people. In spite of all this, and considering myself to be a person, although very emotional, also rational, I am also aware that, from this too, I will survive, with my own effort, with the affection of those who love me, and with the necessary help. So I can continue doing what I like the most.

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