viernes, 27 de noviembre de 2015

“Cuando dos elefantes se pelean, quien sufre es la hierba”



Mano de mono, ahumada
Escuché esta frase por primera vez en boca de nuestro compañero sur sudanés, Niahl, el cual trabaja en el proyecto en calidad de oficial clínico. Lo decía mientras escuchábamos unas noticias sobre el conflicto de Siria, pero bien podría aplicarse para cualquier guerra, y él lo sabe mejor que nadie, pues nació en medio de una.

Pero hablar de “el conflicto” de Sudán o de Sudán del Sur es caer en un gran error, pues no hay un solo conflicto, sino tantos como etnias, tribus y amenazas externas existen. Sudán del Sur es un país independiente desde hace solamente 4 años, cuando se separó de Sudán. Lo que ahora se llama Sudán, es la región arabo- musulmana (38 millones de habitantes) y el Sur, ahora Sudán del Sur, la región “negro”- cristiana (11 millones de habitantes). Pero tampoco se trata de una guerra de religiones o de razas.  Ésta es otra simplificación que obviaría otros muchos factores igual de importantes. 

Históricamente, en la época de la esclavitud, la población del Norte (árabe) obtenía del Sur los esclavos. Esto supuso una primera fuente de tensión e inestabilidad sobre la ya compleja distribución demográfica del Sur, caracterizada por la presencia de numerosas tribus que hablaban lenguas diferentes y profesaban religiones y cultos diversos.

Más tarde, durante la época de las colonias, ciudadanos británicos llegaron al país con sus costumbres y maneras de gestionar el territorio. Tras la descolonización, no es de extrañar que aquellos que tomaron el relevo (el norte),  codiciaran ese poder para sí mismos con el fin de obtener mayor control sobre los recursos y la población, y en consecuencia, sus riquezas. Esto crea un conflicto no sólo entre el norte y el sur, sino también dentro de mismo norte, pues sólo unos pocos “elefantes” controlan a la mayoría subordinada. Pero esta es otra historia.
Ventana de casa abandonada

En 1962 estalló la primera guerra civil entre el Norte y el Sur, que duró diez años, hasta 1972. Luego, tras un periodo de relativa paz, el gobierno de Jartum (Norte) intentó imponer a todo el país la ley coránica (sharia), lo que hizo estallar la segunda guerra civil entre el Norte y el Sur en 1983.

Pronto llega la revolución industrial, la necesidad de combustible y de materias primas, las cuales abundan en esta zona de Africa. En 1978 se encuentran los primero yacimientos de petróleo  en la frontera entre la zona musulmana y la cristiana, lo que hace incrementar aún más la tensión entre ambas zonas agotando toda esperanza de paz.

Finalmente, tras numerosos procesos de paz fracasados, la comunidad internacional consigue presionar para que se lleve a cabo un acuerdo entre ambas partes y que en el sur del país (el ahora Sudán del Sur) se pueda celebrar un referéndum con el fin de lograr la independencia. Un 98.83% de la población vota en Sudán del Sur a favor de dicha independencia, la cual es oficialmente declarada el 9 de julio 2011.

Dejemos atrás Sudán, y enfoquémonos ahora únicamente en Sudán del Sur donde, hasta día de hoy, la población sigue muriendo a causa de ataques armados, violaciones y otras vulneraciones de los derechos humanos. Como decía, se habían encontrado en la frontera entre Sudán y el ahora Sudán del Sur, importantes yacimientos de petróleo. Con la independencia, se buscaba solucionar no sólo el histórico conflicto entre ambas zonas, sino también crear un reparto equitativo de las riquezas que generaba la exportación de petróleo. Ahora bien, aunque los campos de petróleo quedan en su mayoría bajo control Sur Sudanés, los conductos para su exportación, pasan todos por territorio Sudanés. Así que, de poco le sirven a Sudán del Sur estos yacimientos si el petróleo no puede ser transportado al exterior y vendido. Los deseados ingresos, no llegan a las arcas del país.

Niños jugando en el descanso del colegio
Pero como decía, los factores que afectan actualmente a Sudán del Sur son muchos. Además del problema del petróleo que enfrenta a Dinkas y a Nuer (las dos etnias mayoritarias) por su control, se encuentra también el problema de acceso al agua que trae el Nilo a su paso por el país, o el de la ganadería, que enfrenta a Dinkas (ganaderos) con Zandes (agricultores) por el uso de la tierra, o de nuevo a Dinkas con Nuer (también ganadero) a causa del robo de ganado, que es históricamente la moneda de cambio de mayor valor.

También está el problema de las guerrillas, creadas en momentos y con fines diferentes, como es el caso de los Arrow Boys, que se encuentran en el Estado de Western Equatoria, al sur del país. Se les conoce por ser un grupo de jóvenes creado de manera espontánea que se organizaron para defender a su población a nivel de local. Cuando el LRA- Lord’s Ressistance Army (grupo armado ugandés) comenzó a atacar Sudán del Sur durante los años 2008-2011, el jefe militar de Sudán del Sur ofreció apoyo armamentístico a los Arrow Boys con el fin de frenar su avance. Una vez conseguido el objetivo, el jefe militar sur sudanés se desentendió, pero había dejado atrás a muchos más jóvenes armados y también descontentos por no haber recibido recompensa alguna. 

Por último, está el problema común a muchos países; un descontento general hacia un gobierno corrupto e incompetente que gasta el 10% de su presupuesto en asuntos militares y solo el 2,2% en salud o educación, sumiendo a la población en una pobreza absoluta, y en muchos casos, a la hambruna.

Mujeres esperando a ser atendidas por el médico
Para "entenderlo", transportemos esta realidad a la de Europa, donde países como Bélgica o España encuentran dentro de su propio territorio una parte de la población que no se sienten en absoluto identificados con la cultura del país en el cual viven. Observaremos que es sobre todo en momentos de crisis económica donde la tensión se hace más fuerte. Si añadimos como ingredientes extras: analfabetismo, enfermedades, pobreza y armas, el resultado no debería extrañarnos.

Como en otros muchos países, poseer riquezas naturales no solo no es sinónimo de desarrollo, sino que resulta ser incluso lo contrario, ya que supone el origen de luchas entre aquellos que quieren beneficiarse de las ganancias de su exportación. Este beneficio lo obtienen de los que, desde el exterior, están dispuestos a pagar lo que haga falta por ellos y nosotros, nos guste o no, como consumidores, somos indirecta o pasivamente responsables.

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