jueves, 13 de noviembre de 2014

Calais

Calais, un pequeño pueblo de 75.000 habitantes situado en el norte de Francia, está acostumbrado a la inmigración. Al ser la principal puerta de salida para aquellos que se dirigen a Reino Unido, ha visto pasar por sus calles muchos tipos de nacionalidades diferentes según el momento histórico, pero nunca ha conocido una situación tan grave como la actual.

Entre 1.500 y 2.000 personas, dependiendo de con quién se hable, se encuentran sobreviviendo como pueden en los espacios vacíos de este pueblo. Provienen de distintos países, principalmente de Sudán, Eritrea y Afganistán, pero todos comparten el objetivo de cruzar en algún momento los 30 kms que le separan de su destino final, Reino Unido. Esta distancia es una insignificancia para aquellos que han recorrido miles de kilómetros en el entorno más hostil que uno se pueda imaginar, sin embargo, el continuo endurecimiento de los dispositivos de seguridad del lado francés, con amplia financiación británica, hacen cada vez más difícil su paso.

Squat sudanés.
Lo alarmante de este hecho es que nos encontramos ante un verdadero campo de refugiados, pero que no es reconocido como tal por ningún país europeo. Tampoco por la Cruz Roja que tan solo puede intervenir ante uno si se encuentra fuera de territorio Europeo, ya que se entiende que en caso contrario, es el país afectado el que se responsabiliza. Esto, como demuestran los hechos, no está ocurriendo y el vacío de responsabilidades está siendo cubierto únicamente por un grupo de pequeñas organizaciones cuyos voluntarios, incansables, a veces no dan abasto.

Otro asunto no menos importante es el modo en que son vistos por parte de la sociedad. Existe una tendencia a tratarlos como un grupo al que se denomina comúnmente, los “sin papeles”, lo cual va, en el inconsciente de muchos, ligado a la idea de delincuencia y por tanto, de rechazo. Esto está lejos de una realidad que se comprende solo cuando pasamos de la generalización a la aproximación individual y humana. Desgraciadamente, ante la ignorancia y la pasividad, siempre resulta más fácil recurrir a la primera.

La generalización es también peligrosa porque al hacerlo se asume erróneamente que las circunstancias que les llevaron a emigrar pueden medirse con el mismo rasero, y caemos de nuevo en el error de anular la realidad individual de estas personas, al mismo tiempo que anulamos la motivación que lleva a cada uno de ellos a sacrificar a veces incluso la vida, para conseguir un único objetivo: encontrar un trabajo que les permita vivir de manera digna y ayudar a la familia (los que aún la tienen) que dejaron atrás.


Estos son solo un par de ejemplos de personas que tuvieron que huir de sus países. Detrás de cada uno hay una historia, una vida, una familia, una guerra, que nada tiene que ver con la del otro:


Erik viene de Darfur, una zona cuyo conflicto ha derivado en la limpieza étnica de miles de personas y el desplazamiento forzoso de varios millones. Erik tuvo la oportunidad de estudiar Ingeniería en una universidad de la India durante cuatro años, lo cual se refleja en su fluido inglés, pero a su regreso, la situación era insostenible. Su padre desapareció, cayó preso en manos de los servicios de seguridad. Su madre y su hermana pequeña se encuentran en un campo de refugiados en el Tchad y su hermana mayor consiguió entrar, de la misma manera que ahora lo está intentando él, en Reino Unido, con la esperanza de encontrar asilo político, un trabajo y posteriormente pedir la reagrupación familiar para su madre y su hermana pequeña.



Malik es afgano. Su actitud y saber estar rompe con todos los estereotipos creados en nuestra imaginación. También estudió ingeniería en la universidad, en Khabul. Posteriormente encontró trabajo en una empresa de telefonía. Malik explica que en Afganistán, el gobierno manda de día, pero que por la noche, quienes los hacen, siguen siendo son talibanes. Las sucesivas amenazas de muerte por su modo de vida a "lo occidental" le hicieron seguir el camino de muchos de sus amigos y atravesar Turquía, Grecia, Italia y Francia. Espera llegar a Inglaterra y vivir de manera digna, disfrutando en plena libertad de todos sus derechos.



No hay comentarios: