Todos, queramos o
no, tenemos y necesitamos referencias, ya sean ideológicas, políticas o
espirituales. Estas referencias van a marcar y definir, de una forma u otra, nuestra
manera de afrontar la vida. Por eso siempre me han inspirado cierta
desconfianza los líderes, pues son personas que se sienten lo suficientemente
capacitadas para asumir la responsabilidad que supone guiar e influenciar en
otros, lo cual, de por sí, es una arrogancia.
Pero asumamos que
los líderes existen y van a seguir existiendo.
Para empezar, la
Iglesia, en la forma del Vaticano, es una Institución con tanto poder político como
lo puede tener cualquier país con competencias en el terreno internacional. Por lo tanto, también necesita de un líder. Sin embargo, y a diferencia de otros, este líder
lo es sobre todo en el terreno espiritual y como tal cuenta con una gran
capacidad de influencia en la vida de millones de personas de todo el mundo,
pero lo que me parece aún más peligroso, sobre la actitud que éstos van a
adoptar ante multitud de asuntos personales y sociales. Y digo peligroso porque
hablamos de una entidad que, aunque bien en sus orígenes su lema era el bien
común y el fin de las injusticias, se ha desarrollado hasta tal punto que ha
llevado a muchos a ligarlo con términos como ostentación, conservadurismo,
pedofilia o machismo.
Queramos o no, de
manera inconsciente, lo que este líder predique, va a ser interiorizado por el día a día de millones de personas sin que se cuestionen muchas veces su propia opinión. De ahí
lo peligroso del poder que asume y de ahí la curiosidad que ha despertado la
elección del nuevo Papa.
Hemos estado acostumbrados,
a lo largo de la historia, a Papas que han mantenido una opinión firme y
conservadora respecto a asuntos tan presentes y cotidianos, como la posición de
las mujeres en la sociedad, el uso de métodos anticonceptivos o la realidad de
las personas homosexuales. Pues bien, surge ahora un Papa, jesuita, que parece
mirar más allá y que vuelve a los principios de la religión, con la figura de
Jesús como centro de inspiración. Se trata de un Papa con opiniones que, aunque
no son abiertamente contrarias, sí son más tolerantes ante estos aspectos y más
críticas con la posición adoptada hasta ahora. La revolución es tremenda si
tenemos en cuenta el poder de influencia del que hablábamos.