sábado, 16 de abril de 2011

7.000 millones de habitantes y los derechos de salud sexual y reproductiva


Esa es la cantidad de personas que habitarán el planeta este año 2011, el doble que hace 50 años, y serán probablemente 2.000 millones más en el 2050 si se mantiene este ritmo. El 97% de esta población vive en países empobrecidos y la gran mayoría en el medio urbano.

Cuando en los medios, conferencias y otros espacios se habla de este asunto, se hace también mención a otros datos como que el mayor crecimiento de la población se está dando en los países empobrecidos y junto a esta información se añade otra referente a la escasez de recursos para abastecer a semejante cantidad de personas. Esto desemboca en una conclusión: Control de la Natalidad.

Como vivimos en una sociedad, en un momento, en el que todo el mundo opina, carezca de más o menos información y de más o menos espíritu crítico, se transmite la idea, ahora sí, de que hay que proporcionar métodos anticonceptivos a la población de los países empobrecidos para que disminuyan su nivel de natalidad antes de que se acaben los recursos. Esto, así visto, repito, para aquellos/as con una visión etnocentrista, puede parecer obvio, pero cojamos una lupa y analicemos está afirmación de manera más detallada, pues no se trata de algo tan simple y por tanto no debe ser tratado como tal, aunque muchas empresas proveedoras y lobbies vean en ello una manera de sacar tajada.

Está demostrado que la tendencia a tener familias menos numerosas está vinculada a los avances en materia de salud materna e infantil, al acceso a la planificación familiar y a la mayor y mejor educación de las niñas, en definitiva, a la mejora de oportunidades para las mujeres. Éstos son además derechos que aparecen reflejados en los Objetivos de Desarrollo del Milenio de Naciones Unidas y que deben ser tenidos en cuenta como medios para alcanzar otros objetivos relacionados con él.

Ligado con aquellos, existe otro menos conocido pero no menos importante, el Derecho a la Salud Sexual y Reproductiva, es decir, aquel que defiende que las mujeres y los hombres poseen el derecho a “tener control respecto de su sexualidad, a decidir libre y responsablemente sin verse sujetos a la coerción, la discriminación y la violencia; el derecho de todas las parejas e individuos a decidir de manera libre y responsable el número y espaciamiento de sus hijos y a disponer de la información, la educación y los medios para ello, así como a alcanzar el nivel más elevado de salud sexual y reproductiva". Pues bien, este Derecho fue por fin incluido en el marco del Derecho Internacional en calidad de derecho básico y fundamental en la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo celebrada en El Cairo en 1996, en el cual participaron los gobiernos de más de 180 naciones de todo el mundo. 

El rápido crecimiento de la población no debe alarmarnos tanto por sus cifras sino por los problemas que esconde detrás. En un mundo de 7000 mil millones de habitantes, cada persona debe gozar de derechos humanos y de la dignidad humana. Se estima que actualmente 215 millones de mujeres quieren evitar o retrasar el embarazo, pero no tienen acceso a métodos anticonceptivos modernos. Aproximadamente 1.000 mujeres mueren cada día debido a complicaciones del embarazo y el parto, mientras que muchas de estas muertes podrían haberse evitado. Muchas mujeres sufren la violencia en forma de la mutilación genital femenina y otras prácticas tradicionales nocivas. Y demasiadas mujeres jóvenes y niñas se ven forzadas a contraer matrimonio y a tener hijos a edades muy jóvenes lo cual pone en riesgo sus oportunidades para la educación, su salud y su calidad de vida. En otras palabras, un gran esfuerzo sigue siendo necesario para que el acceso universal a la salud reproductiva sea una realidad para el año 2015, tal como se acordó en El Cairo en 1996 y posteriormente en la Cumbre del Milenio del año 2000. No se trata solo de facilitar una asistencia para solucionar un problema, sino que estamos hablando de un derecho básico de las personas y, por tanto, de una serie de obligaciones nacionales e internacionales que se tienen que asumir.

Por otro lado, y en relación a los recursos, en la afirmación inicial existe otro punto que igualmente nos hace llegar erróneamente a conclusiones precipitadas si no se analiza, y es el hecho de que se achaque al crecimiento de la población de los países empobrecidos, el origen de todos los males. Bien es cierto que la actividad humana ha afectado a todas las partes del planeta, a todos los sistemas ecológicos y está cambiando el clima del mundo, pero también es cierto que esto tiene mucho que ver con los patrones de consumo en todo el planeta y no solo en los países empobrecidos.

En conclusión, si nos preocupáramos y exigiéramos el cumplimiento de los derechos humanos tal y como aparecen en la Declaración Universal de Derechos Humanos y otras declaraciones firmadas posteriormente por la mayoría de los países y partidos políticos de todas las ideologías, muchos de los problemas mundiales tendrían más fácil solución o serían más facilmente abordables.

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