martes, 17 de junio de 2008

Entre muros... II

Pero como comentaba al inicio del anterior artículo, existe otro tipo de muros, que son los muros personales.

No pretendo andar con metáforas ininteligibles, así que iré al grano. Lo que me gustaría plasmar es ese creciente individualismo del que, como sabiamente decía Mafalda, "somos el máximo exponente".

Nos encontramos en un mundo cada vez más globalizado -si se puede estarlo más- en el que la identidad personal, nuestros círculos cercanos, y las raíces cada vez importan menos. Miro el mundo desde fuera y veo divorcios, veo familias rotas, veo guerras, veo que todo el mundo viste igual en todos lados, que todo el mundo ve la misma basura por la tele, veo casas rodeadas por altos muros, veo gente durmiendo en las calles de paísese desarrollados y veo más gente durmiendo en las calles de países menos desarrollados, veo bosques cuyos árboles van perdiendo su copa, veo barcas de madera abarrotadas de hombres y mujeres que creen encontrar un mundo mejor allá a donde van, veo gente triste que engrosan las carteras de psicólogos y psiquiatras, veo que los empleados no pueden mantener una conversación con su jefe porque éste se encuentra detrás de una gran pantalla,... y así seguiría hasta que yo misma necesitara un psicólogo.

No escribo estás palabras con afán de amargar a nadie, más bien con afán de reflexionar sobre ello, pués aunque es algo que en un momento u otro nos hemos parado a pensar, parece que nuestro ritmo de vida no nos permite hacer más.

Hace poco tuvimos una reunión en el trabajo, y uno de los puntos que se plantearon fué la carga de trabajo tal que impedía que reflexionáramos sobre el sentido de todo lo que estábamos haciendo, es decir, el poder enfocarlo dentro de un contexto. Mientra escribía esto me daba cuenta que ocurre igual en la vida real, tenemos la preocupación de comprar la casa, el coche, las vacaciones, la cena con los amigos, pero ¿alguna vez nos hemos planteado si nuestra vida aqui tiene algún sentido que sea algo más que actuar de forma tan mecánica movidos muchas veces como corderos en el sentido de que nos dirigimos allá a donde va la manada?

Me llenan de esperanza las personas que saben romper con todo eso, aquellas persona que, como decía Imanol Zubero (Profesor de Sociología de la UPV), buscan su propia realidad y no la que creen La única Realidad. Me llena de esperanza cuando veo a alguien romper con la rutina diaria para comenzar un proyecto "diferente", o la gente que lucha por sus ideales, principios y creencias sin importarles los prejuicios existentes a su alrededor.

Si todos tuviéramos un poco de eso, quizás habría menos gente enriqueciéndose a costa de nosotros, los sumisos consumidores.

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